Observar, oler, percibir, escuchar… Son acciones espontáneas que cualquier excursionista puede disfrutar plenamente en este escenario natural y espiritual. Son bosques de ermitaños, carboneros, caleros y cuentos populares, y es una delicia pasear por un entorno tan rico en historia. De hecho, esta es una de las rutas de montaña más completas de la Serra de Tramuntana.
La ruta arranca en la plaza del ayuntamiento, delante de “Casa de la Vila”. Desde aquí sigue por el paseo del Rey hasta la calle de Joan Riutort. Vuelta por la costa de “Son Tries”, continua por la calle Quarter y después por Camí des Rafal. La vía, ya sin asfalto, lleva junto a las casas “des Rafal des Capellans”, datada en el siglo XVI. Por aquí continua un primer tramo del Camí de Son Ferrà y, después de atravesar la carretera “des Verger”, remonta por un viejo tramo empedrado hasta Coll de s’Heura.
La ruta pasa junto a las casas de la possessió de Son Ferrà, una de las más emblemáticas de Esporles. Documentada a principios de la edad media, en tiempos modernos se dividió entre diversos miembros de la familia Ferrà. En 1879, la propietaria Margalida Rosselló i Ferrà otorga una parte del bosque para la construcción de la ermita.
Dos curvas más arriba, se puede ver el gran depósito de riego de la finca. Tras atravesar la entrada del bosque, se llega a un tramo de senda empinada. Siguiendo un tramo de terreno áspero y rocoso, hay un mirador natural con impresionantes vistas del pueblo y el valle.
En este tramo, el camí de carro muestra un alto grado de perfección constructiva. En un giro del camino se accede al monumento dedicado al Sagrat Cor de Jesús, inaugurado en 1940 a iniciativa del rector Mn. Mateu Togores y Maimó.
El itinerario remonta hasta llegar a la llanura donde se encuentra l’ermita de Maristel·la. Su construcción se inició en 1890, cuando la “congregació dels frares Terciaris Carmelites” aceptó los terrenos donados por el propietario de Son Ferrà. Nunca hubo una gran comunidad de ermitaños allí y, en 1926, abandonaron el lugar. Junto al edificio hay un estanque de riego con una bomba de extracción manual.
Más allá de la llanura de la ermita, el camino continúa hasta llegar a las “Ermites Velles”, espacio que habitaron los ermitaños antes de la construcción del edificio principal. Este pequeño edificio ha sido rehabilitado hace unos años.
La vuelta a Esporles es por la misma ruta.